El sábado 14 de septiembre se suicidó un joven de 28 años de la Zona Norte de Nou Barris que dormía en la calle. Este chico había llegado a Barcelona después de varios intentos y con muchas ganas de construir un futuro laboral en nuestros barrios.
Cabe destacar que cuando llegó a la capital catalana fue atendido por algún servicio municipal, pero la saturación de los mismos por falta de recursos y de obstáculos burocráticos, le llevaron a estar en una situación de alta vulnerabilidad, que le llevó a dormir en la calle. Una situación compartida con su hermano, que ahora mismo se encuentra en estado de shock después de los hechos ocurridos.
Este joven migró por el malestar emocional permanente que vivía en su país de origen, que se acrecentó aquí al no contar con un acompañamiento terapéutico para superar los hechos vividos: pérdidas familiares y económicas. Estas últimas, fruto de ser víctima de varias estafas. Cuando llegó estuvo acompañado por diferentes agentes educativos del barrio; sin embargo, no ha tenido un soporte psicológico ni un soporte habitacional.
Aunque viajó a Barcelona para mejorar su situación y la de su familia, el malestar emocional que arrastraba y la complejidad que conlleva una migración en estas condiciones, acrecentaron los factores de alto riesgo para el suicidio. No olvidemos que este hecho responde a una problemática estructural a nivel de extranjería, racismo, y salud mental. El sistema de acogida a jóvenes migrantes que llegan solos tiene muchas quiebras organizativas y burocráticas.
Denunciamos también la invisibilización de estas precariedades: los medios no se hacen eco de la situación de vulnerabilidad y sufrimiento de muchos jóvenes migrantes. Esto responde a unas lógicas racistas y clasistas de un sistema neoliberal que además, estigmatiza a estos jóvenes vinculándolos a menudo con hechos delictivos que muchas veces responden a rumores, generando una falsa percepción de inseguridad en las ciudades de acogida.
Hay muchos profesionales y vecinos y vecinas, que siendo conscientes de la situación se implican en su resolución, pero que aunque tengan la voluntad de acoger y luchar para mejorar la situación de este colectivo, no cuentan con el apoyo institucional y político necesario para que las actuaciones sean más rápidas, eficaces y con los recursos necesarios para iniciar procesos de acompañamiento. Si el discurso de acogida institucional no viene acompañado de recursos económicos, habitacionales y de acompañamiento, es un discurso inútil y vacío. Son necesarias respuestas inmediatas ante una situación que afecta a much@s jóvenes.
El equipo de educadores y educadoras de Salesians Sant Jordi PES Cruïlla, siendo conscientes de esta realidad, denunciamos la falta de recursos para acompañar a est@s jóvenes con la calidad y urgencia que requiere esta situación. Nuestra voluntad y posicionamento a favor de la acogida de jóvenes migrados necesita recursos.